~Kenadee I. Vanna

De mirada penetrante, similar a la de sus serpientes. Sus ojos serán lo que más te llamen la atención de Kenadee cuando la veas, pues no son muy comunes, de iris azul grisáceo y mirada profunda. Alta, 1, 70 aproximadamente, aunque aún así su cara de niña la hace parecer más pequeña. De rostro ovalado, facciones suaves y nariz pequeña y respingona, labios carnosos y sonrisa pronunciada, aunque no suela enseñarla a menudo. Su pelo es una cascada de color castaño oscuro, que cae sobre sus hombros, siempre cuidado y con aspecto sano, en ocasiones suele cambiar su color, pero solo cuando está aburrida o el espectáculo lo necesita. De tez clara, mejillas rosadas y un centenar de pecas que salen sobre su nariz y en gran parte de su cara. En cuanto a su cuerpo, Kenadee tiene una gran inseguridad sobre él, es delgada, no posee las curvas de vértigo de otras mujeres, ni unas piernas fuertes, a pesar de eso sigue teniendo una enfermiza obsesión con su cuerpo. No se considera una persona que levante pasiones, de hecho cree todo lo contrario, que si físico no sirve para alegrar la vista de los demás.

Por como te mira, Kenadee es una persona fría, que parece absorta en otro mundo, nunca percatándose de lo que ocurre a su alrededor, pero no es así, es premeditada, hace todo con un riguroso estudio antes, sabiendo cuales son sus posibilidades. A pesar de lo que la gente pueda creer, no le gusta equivocarse, pero simplemente porque odia que la gente le recuerde sus errores, o la recrimine. A veces parece sentirse mejor con sus propias serpientes que con las personas, ya que le cuesta expresarse, y nunca vas a saber si lo que te dice, realmente lo siente o solo lo dice para quedar bien. Sabe que tiene amigos, y que puede pedirles ayuda, pero no lo hace, es muy orgullosa, y prefiere arreglar sus problemas ella sola, por costumbre, la gente que intentaba ayudarla, no siempre la ha tratado bien.
En ocasiones es como si Kenadee fuera dos personas distintas, la fría y apenas social cuando está lejos del telón, y en cambio, cuando entra en el espectáculo, todos disfrutan con sus números, con su sonrisa, con su gracilidad para actuar. Esto podría deberse a que Kenadee no está del todo equilibrada mentalmente, y en ocasiones, es como si un interruptor saltara de su cabeza, y la cambiara por completo, el espectáculo la ayuda en ese problema, le hace ser la Kenadee que siempre fue. No es la típica chica preocupada en amoríos o en chicos, se considera una persona abstemia, que no tiene ninguna necesidad de tener relaciones con un hombre, ella no los necesita, antes no sabía estar sola, y siempre iba con un chico distinto, para aliviar su soledad, pero ahora, puede prescindir, de ellos, o eso cree.
A pesar de todo esto, a veces se siente distante, sola, le encantaría poder pedir un abrazo, o que alguien se interesara de verdad por ella, por su historia, por como es, pero en el Midnight nadie habla de pasado, y ella se resigna y tiene que conformarse con eso, constantemente nota como le falta algún tipo de afecto, no lo pide, no quiere parecer débil, pero es su realidad.

Nacida en Edimburgo, en una antigua familia escocesa, con un importante apellido que respaldar bajo su espalda. Hija única, y por eso, malcriada, acostumbrada a tenerlo todo, pero que tus padres te den todo lo que deseas no significa que no te falte algo, en este caso a Kenadee le faltaba el amor de una familia, sus padres no eran precisamente muy cariñosos, se pasaban el día fuera de casa, y cuando estaban en ella, estaban demasiado ocupados para responder a su hija, por lo que lo compensaban comprándole todo tipo de cosas y inscribiéndola en los mejores y más caros colegios, que lo único que hicieron, fueron crear problemas en Kenadee. Con trece años, su vida estaba por los suelos, no se sentía querida por sus padres, mucho menos por la gente de su escuela, los demás alumnos la insultaban y utilizaban, no conoció a nadie que realmente pudiera llamar amigo. Ella comenzó a culparse de todos sus problemas, hasta el punto de que se convirtió en una persona que se odiaba así misma, no hablaba, apenas comía, y cuando lo hacía se sentía tan culpable que tenía que remediarlo de alguna forma. Con quince años sus padres, aconsejados por el psicólogo del colegio, decidieron meterla interna en un psiquiátrico, ya que tenía tanto trastornos alimenticios como depresivos, fue la última vez que vería a sus padres. Kenadee se sintió abandonada por ellos, se veía como una loca, pensando que su vida iba a ser siempre estar encerrada en aquél sitio. Pasó tres años allí, sin ninguna mejora, de hecho solo empeoraba, hasta que un día, una de sus compañeras de terapia, Ginna, le dijo que iba a escaparse de allí, que fuera con ella, al principio lo vio como una locura, pero ella estaba oficialmente loca, de modo que, tenía que intentarlo. Así pues, una noche, demostrando la poca seguridad y el desinterés de aquél establecimiento por sus pacientes, escaparon. Ginna quería empezar una nueva vida en la India, pero Kenadee no quiso seguirla. Tras varios días deambulando y pidiendo para poder sobrevivir, Anthea, la dueña del circo, la encontró en un bar, pidiendo que la invitaran a una copa, nadie sabe que es lo que vio en Kenadee, ella se veía ya muerta para la sociedad, pero la acogió en su casa, y la llevó al circo. Tras varios puestos, Anthea vio que Kenna tenía un don con las serpientes, como si pudieran entenderla, por lo que le ofreció un puesto como domadora de serpientes. Esto le ayudó a mejorar, a cambiado mucho desde que llegó al circo, hace ya medio año, el espectáculo, parece calmarla, ha descubierto para que estaba hecha todo este tiempo.